“La esencia de la política es el disenso, que no es el conflicto de intereses, de opiniones y de intereses, sino el conflicto de dos mundos sensibles”. (Jacques Rancière. Prefacio a Política, policía y democracia)
Introducción
El presente artículo tiene como objetivo exponer los principales argumentos del texto de Política, policía, democracia de Jacques Rancière. Entonces, en un primer momento se explicará qué entiende el autor por los términos de la política y lo político y la policía, que es muy diferente a la noción popular de estos términos; en un segundo momento se expondrá la causa del otro como una desidentificación imposible y pensar al otro desde una lógica de la política; y,al final se darán unas reflexiones acerca de diez tesis de la política que defiende el autor. La finalidad del artículo será articular las definiciones del autor con los problemas que presenta actualmente el modo de gobierno llamado democracia.
La política, lo político y la policía: tres elementos claves
En la primera parte del artículo desarrollaré los tres conceptos claves de Rancière, a saber: ¿qué entiende el autor por lo político, la política, y el término de la policía? ¿cuál es la relación que existe entre estos tres términos? Con el objetivo de pensar acerca de la democracia y sus problemáticas.

Foto tomada de Jacques Rancière.
El texto comienza con la pregunta acerca de lo político. Veamos cómo Rancière nos comienza a decir qué es para él lo político: “¿Qué es lo político? Se nos pregunta. Responderé brevemente: lo político es el encuentro de dos procesos heterogéneos. El primero es el del gobierno. Este consiste en organizar la reunión de los hombres en comunidad y su consentimiento, y descansa en la distribución jerárquica de lugares y funciones. A este proceso le daré el nombre de policía” (Rancière, 2006, 17). El término de policía aparece en el autor como una lógica estatal que define las funciones de cada actor social dentro de la misma. Se puede observar que para Rancière el término policía significa una distribución jerárquica de lugares y funciones, como se podría observar en Platón cuando intenta dar su modelo de organización social y política, y que deben cumplir porque ese es su “destino”.
El segundo elemento que entra enconfrontación con la policía es el proceso de la igualdad, que más adelante se puede denominar bajo el nombre de la política. Veamos como Rancière nos lo expone: “El segundo es el de la igualdad. Este consiste en el juego de prácticas guiadas por la presuposición de la igualdad de cualquiera con cualquiera y de la preocupación por verificarla. El nombre más apropiado para designar este juego es emancipación.” (Rancière, 2006, 17). Hay una confrontación entre la ley de la igualdad y la ley de la policía, porque todo proceso de policía daña la igualdad, por su función jerarquizada. Entonces es en la política donde la igualdad surge como principio y, a su vez, verifica este presupuesto ya planteado.
El tercer término que entra en correlación es el de lo político, que será un punto medio entre la política y la policía en la búsqueda de un tratamiento de un daño. La política no debe ser entendida como búsqueda de un principio, ni tampoco, como una manifestación de lo propio de una comunidad. Es un ir más allá de lo establecido por una lógica policial. El asunto de la política tiene que ver con la identificación de un propio impropio, es verificar el proceso de igualdad desde una desidentificación imposible de pensar desde la policía. Y lo político es el tratamiento de ese daño causado de la lógica policial.

La igualdad, ante todo, debe presuponerse, verificarse y demostrarse. No es entendida como la búsqueda de un principio universal. La política debe ser entendida como un dialogo entre la totalidad del “pueblo” sobre el tratamiento de un daño. Y ese daño no es un daño cualquiera, es el daño de la igualdad. Por eso la verificación es un proceso de emancipación, que siempre se hace entre iguales, entre un “cualquiera” con otro “cualquiera”. Por lo tanto, es un proceso de argumentación que permite vislumbrar cuales son las consecuencias de las afirmaciones como: el proletario es un ciudadano o que el habitante de la calle también es un ciudadano. Es mostrar las contradicciones que conlleva ese daño de la igualdad. En la próxima cita puede quedar claro el punto:
“Por ejemplo, en la Francia del siglo XIX, los obreros pueden construir su huelga en forma de pregunta: ¿los obreros franceses pertenecen a este conjunto, a los franceses que la Constitución declara iguales ante la ley? La pregunta puede volverse aún más paradójica. Por ejemplo, las primeras militantes feministas francesas, pueden formularla así: ¿una francesa es un francés? (…) Dichas frases no solamente permiten manifestar una misma falla lógica que devela las vueltas de la desigualdad social. Permiten articular también esta falla como una relación, transformar el no-lugar lógico en lugar de una demostración polémica.” (Ranciére, 2006, 20).
En el presupuesto de la igualdad policial todos somos iguales ante la ley, pero visto desde la lógica de la igualdad política, no pasa lo mismo. Entonces, el proceso de la política es mostrar a la luz aquello que se encuentra oculto, es mostrar a los excluidos por una lógica establecida. Y esto se logra a través de un proceso de subjetivación, según Ranciére. “¿Qué es un proceso de subjetivación? Es la formación de un uno que no es un sí, sino la relación de un sí con otro.” (Ranciére, 2006, 21). Lo que piden las organizaciones sociales no es entrar dentro de la lógica policial, porque se encuentran afuera, sino difumar los limites creados por dicha lógica. Es crear nuevos espacios de dialogo y disenso. Entonces, el proceso de subjetivación es una negación, una desidentificación con aquello que nos han intentado imponer. Por eso, según el filósofo francés, el proletario es un sujeto que se encuentra en la mitad, entre lo que es un ciudadano y no lo es, pero que siempre se encuentran juntos. Y así con los demás sujetos impropios negados por la policía.
El ejemplo de los argelinos asesinados por la policía francesa es claro respecto a la identificación imposible y la desidentificación. Explica Ranciére cómo ese acto puso en tela de juicio esa lógica policial, se cuestionan acerca del “ser francés”, aunque era imposible identificarse con los protestantes argelinos asesinados. Ahora eran sujetos políticos que se encontraban entre dos identidades que les eran ajenas. Ese es el fin de la política entendida como consenso.
Por eso la subjetivación política es una lógica del otro, no de la identidad propia enfrentada con otra. Nunca es la simple afirmación de una identidad propia, sino también la confrontación con otra identidad que nos fue impuesta, por la lógica policial. Y la demostración de la alteridad que existe y que permite el tratamiento de un daño, y que admite una identificación imposible. El proceso de la igualdad es el proceso de la diferenciación, es no caer dentro de una identificación clara e imposible de cambiar. La causa del odio hacia el otro es la negación del dialogo y del disenso, es radicalizarlo. Ese es el discurso metapolítico, que es desarrollado por la lógica policial. Lo importante es volver a pensar la política, porque no es la lucha de dos identidades opuestas radicalmente, es la lucha por la igualdad, por la subjetivación y la multiplicidad de pensamientos políticos.
La causa del otro:
En el segundo escrito, la causa del otro, Rancière explica cómo puede ser pensada la figura del otro, ya no como una cuestión moral, sino una cuestión política. Y lo va a explicar a través del contexto franco-argelino del siglo XX en Francia. Comienza Rancière, con una exposición de las explicaciones de Sartre y Bourdieu acerca del proceso de colonización que sufrió Argelia a manos de Francia. En estos dos autores se explica que la confrontación política se da por una lucha entre dos cosmologías, que no pueden compatibilizar entre sí, porque son radicalmente opuestas. Entonces la colonización ha traído una negación de la negación de la identidad propia. Una pérdida de una identidad y la necesidad de reencontrar otra, y se da la creación de una ciudadanía nueva. Se da un sistema de relaciones entre verdad, tiempo, identidad y alteridad, esto quiere decir, que por la guerra de colonización se desarraiga todo aquello que le pertenecía a esa sociedad atacada.
Ranciére quiere proponer otra visión de la causa del otro. El otro es ahora construido políticamente, no moralmente. ¿Por qué desea este cambio de paradigma? Lo hace para comprender la lucha del otro y poder hacer propia esa lucha. Es hacer sentir que esa lucha es también mi lucha y no lo es al mismo tiempo. Veamos cómo lo expone el autor:
“Propondré entonces un cierto desplazamiento: de un análisis “historial, centrado en la relación guerra/verdad y en la causa de lo universal producida por la doble negación de la alteridad del otro, a un análisis político, centrado sobre lo que aquí ha podido inscribir la lucha contra la guerra en una práctica política, a saber, una cierta causa del otro, entendida no como preocupación moral que limita los derechos de la política, sino como elemento de un dispositivo político de subjetivación.” (Rancière, 2006, 31).
La pregunta que se quiere responder Ranciére es cómo mostrar que la causa de los argelinos (oprimidos) es también nuestra causa, porque parecería que, si esa es su lucha, los otros no tienen nada que ver con eso. Si se marcha hacia la radicalización del otro, esta no permite una subjetivación política que permita una inclusión de la alteridad. Ese es el error de la teoría de Sartre. Lo que causó las marchas contra la guerra de Argelia fue el término moral de la otredad: “Es más bien, contrariamente, una invisibilidad, una sustracción producida por la operación de la policía. Pero la policía, antes de ser una fuerza de represión fuerte, es en primer término una forma de intervención que prescribe lo visible y lo invisible, lo decible y lo indecible.” (Rancière, 2006, 33). La política permite explorar y vislumbrar las consecuencias del actuar de la lógica policial. Lo que causó en términos de la política ese brutal acto de la policía contra los manifestantes, fue lograr cuestionar la legitimidad de esos actos y, poner en discusión el actuar del Estado francés.
Lo que causa la figura del otro, vista desde un ámbito de la política, es una desidentificación impuesta por la lógica policial. Es borrar los límites que ha impuesto el orden establecido y también han configurado mi identidad. Rancière lo expone de mejor manera:
“Esta subjetivación política estaba hecha primero de una desidentificación respecto al Estado francés que había hecho eso en nuestro nombre y sustraído eso a nuestra vista. No podíamos identificarnos con esos argelinos brutalmente aparecidos y desaparecidos como manifestantes en el espacio público francés. Podíamos en cambio desidentificarnos respecto a este Estado que los había asesinado y sustraído a toda cuenta.” (Rancière, 2006, 34).
Con este cambio de abordar el problema, Rancière soluciona la imposibilidad de ver las causas de los argelinos como la causa de los franceses también. Es incluir políticamente a los excluidos, a los que no cuentan bajo la lógica estatal-jurídica. Es crear una identidad “impropia” donde las peticiones de los oprimidos sean las peticiones de todos. “Es el redescubrimiento de lo que es un sujeto político –proletario u otro: la manifestación de un daño, una cuenta de los incontados, una forma de visibilidad de lo que se pondera no visible o sustraído a la visibilidad.” (Ranciére, 2006, 36).
Entonces la intención es crear una subjetivación política de los incontados o los marginados. Existe la política precisamente porque hay una causa del otro, es buscar romper con esa lógica impuesta por otros, y encontrar un interés común. Por lo tanto, en la guerra no hay esa posibilidad de subjetivación política, porque no existe una forma política de buscar ese principio de la igualdad entre dos sujetos impropios. Solo es confrontación entre dos sujetos diferentes muy identificables e inconmensurables entre sí: “No hay causa del otro en la guerra. Solo la hay en la política y funciona como identificación imposible.” (Rancière, 2006, 39).
Las diez tesis sobre la política:
En las diez tesis sobre política, el autor nos va a mostrar cuales son las principales características que contiene esta nueva forma de pensar la política. La primera tesis que Rancière expone es: la política no tiene que ver con la legitimidad del poder ni debe ser entendida como un ejercicio de poder. Es preguntarse acerca del sentido de la misma y sus condiciones de posibilidad de ser. La política no debe ser pensada como una reducción a términos estatales y, que es algo ajeno a las realidades sociales y sus problemáticas. La política es entendida como una relación, no entre sujetos, sino una relación de dos términos contradictorios. Como lo expresa Ranciére: “Si hay un propio de la política, se sostiene enteramente en esta relación que no es una relación entre sujetos, sino una relación entre dos términos contradictorios por la cual se define un sujeto.” (Ranciére, 2006, 61).
La política es entendida como una participación entre contrarios, es una acción paradójica. Esa es la afirmación de la segunda tesis. El consenso es la reducción de la política a la policía. Lo que busca realmente la democracia, entendida desde Ranciére, es la política del disenso, es romper con esa lógica del arkhè de buscar principios, de buscar una superioridad sobre una inferioridad. Por eso, la tercera tesis es que la política es una ruptura de una lógica del arkhè. La política debe cuestionar acerca de las causas y consecuencias que conllevan pensar a la política como búsqueda de principios, y de encontrarle alguna legitimidad posible, y de marcarle límites a esas imposiciones jerárquicas. En la democracia no debe existir la relación entre alguien que manda y alguien que es mandado, por definición, es sin-jerarquía.
Por lo expuesto anteriormente es la definición de la cuarta tesis: la cuarta tesis expone que la democracia no debe ser encasillada bajo el término de un régimen político, sino más bien, es la posibilidad de realización de la política. En la democracia, el ciudadano tiene la capacidad de mandar y ser mandado, según Rancière, es la ruptura de esa correlación de fuerzas entre el soberano y sus súbditos. Por eso: “Demos no designa una categoría social inferior. Es el demos quien habla cuando no tiene que hablar, el que toma parte en aquello de lo que no hace parte.” (Rancière, 2006, 66).
La quinta tesis expone que el pueblo es el sujeto de la democracia, pero no es el pueblo entendido como parte de una población o comunidad, sino como una identificación de los incontados dentro de la misma comunidad. El pueblo también rompe con esa lógica policial del comienzo/mandato, como expone Rancière. Es la capacidad de desunión con la misma parte de la población. “El pueblo es la existencia suplementaria que inscribe la cuenta de los incontados o la parte de los sin-parte, sea, en última instancia, la igualdad de seres hablantes sin la cual la desigualdad misma es impensable.” (Rancière, 2006, 67). Se sigue cuestionado la legitimidad del poder político y las implicaciones que trae esa legitimidad. Toda implicación de soberano-súbdito rompe con la igualdad presupuesta, no permite a la política expresarse, se convierte a la política en algo estatal. Eso se puede ver bajo la premisa del voto, donde se piensa que se hace política, cuando realmente se está es justificando la legitimación del poder de los gobernantes. Por eso es el voto es un acto estatal.
La sexta tesis expresa que la política no es algo necesario que surge de la naturaleza, sino como una contingencia de las formas de dominación. La política es la negación de una naturalidad del poder y de las formas de dominación. Hay que entender que la denominación de pueblo no es solamente definido a una parte de la población, es la parte de los sin-parte. El pueblo en Ranciére es entendido como esa parte de la población que es excluida por el poder estatal (policía). La política opone lógicas diferentes, no son un grupo de personas que tienen intereses diferentes y se confrontan en la lucha política. Por eso la séptima tesis es la oposición entre la política y la policía, confrontación entre dos formas de sensibilidad. “La policía no es una función social sino una constitución simbólica de lo social. La esencia de la policía no es la represión, ni siquiera el control sobre el vivo. Su esencia es un cierto reparto de lo sensible. Llamaremos reparto de lo sensible a la ley generalmente implícita que define las formas del tener-parte definiendo primero los modos perceptivos en los cuales se inscriben.” (Rancière, 2006, 70). La política es lo opuesto a la policía respecto a lo visible, a lo que los agentes estatales quieren mostrar y ocultar. La tarea es borrar los límites siempre presentes en la imposición del poder y del mandato. La octava tesis es la explicación donde se puede observar que la política es entendida como la búsqueda del disenso, como la diversidad de dos mundos distintos en uno solo. Lo que quiere mostrar la lógica policial es que no hay posibilidad de dialogo, solo unos que pertenecen a la sociedad y otros que no. Una separación tajante y “natural” de los componentes de la sociedad, imposible de cambiar. Por lo tanto, el sujeto político no es un grupo de personas con intereses particulares, enfrentado a otro con otros intereses diferentes, más bien son dos mundos separados que intentan unirse en un mundo paradójico, visto desde la lógica de la política.

La novena tesis es la afirmación que la filosofía política borra la posibilidad de la política, porque intenta encontrar una necesidad y una legitimación del poder político, y cierra la posibilidad de la búsqueda de la igualdad. Lo que busca la filosofía política es justificar la ley del arkhé y encasillar a la política dentro de ella. Es simplificar a la política como una forma de vida particular, confundir la política con simplemente una manifestación de una lógica policial.
La décima tesis argumenta que tanto la búsqueda de la filosofía política y su “retorno” a la pureza de la política, son formas de negar ese espíritu mismo de la política. Por eso, según Rancière: “La esencia del consenso es la anulación del disenso como distancia de lo sensible consigo mismo, la anulación de los sujetos excedentarios, la reducción del pueblo a la suma de las partes del cuerpo social y de la comunidad política a relaciones de intereses y de aspiraciones de esas diferentes partes.” (Rancière, 2006, 78). La política es la manifestación de procesos de subjetivación propios dentro de una comunidad, con un presupuesto de la igualdad que debe verificarse. Esta última tesis quiere criticar a la tradición filosófica por su manera de entender la política, como una búsqueda de consenso. Lo que realmente busca la democracia es crear dialogo, es crear disenso, controversia. La política es dinámica, no estática.

Referencias
Ranciére, J. (2006) Política, policía, democracia. LOM ediciones. Santiago, Chile.
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